martes, marzo 19

Septiembre pandémico

La vacuna no se asoma. Dicen que pronto. Los rusos la prometen mientras los voluntarios en los que prueban la dosis de AstraZéneca tienen reacciones. Han pasado 6 meses. Aquel fin de semana de marzo —cuando empezó el encierro— veíamos lejanas las fiestas patrias, jamás nos hubiéramos imaginado una plancha del Zócalo vacía en la noche del grito, pero la emergencia sanitaria sofocó el folclor de la fecha. La mexicanidad es bárbara y con todo y pandemia le surgió el patrioterismo, pero no le quedó de otra más que el espacio privado para el papel picado, el pozole, las rancheras y los cubrebocas tricolores.

La autoridad insistió en controlar nuestros instintos festivos. Más o menos lo logró: las tiendas, los súpers, las vinaterías cerraron sus puertas temprano. Las disposiciones oficiales funcionan como dique para evitar el desbordamiento, pero se asoma la navidad y esta promete arremeter con toda su nostalgia… imagínense el año  que va a terminar.

El 16 de septiembre de 2020 queda para la historia. El grito del presidente retumbó en los palacios que entierran a Tenochtitlan. El Zócalo vacío era una postal demasiado fuerte; la interlocución, a los veinte vivas que arengó el presidente, terminó en el eco de su voz, y en el eco se entiende la soledad, pero el presidente es incapaz de perderse una atracción de su todo incluido sexenal. Los protocolos pretendían encender una llama de esperanza en la mexicanidad, pero la realidad se pinta de enfado. El país sigue sin puerto próximo, navegando sobre una crisis económica mayúscula, mientras las neurosis colectivas anticipan el apocalipsis. De la nada, Ricardo Anaya se desempolva solito y amenaza con salvarnos del desastre con todo y Odebrecht sobre su sombra. Septiembre parece sarcástico: es lo que hay de presidente y es lo que hay de oposición.

Las fiestas patrias trajeron un sorteo histórico en la Lotería Nacional, y digo histórico por el tamaño de la expectativa de “la rifa del avión”, pero más por el tamaño de la aberración; si bien la intención era discursiva esta no funcionó. Alguien le tiene que decir al presidente que le corte. Ante la Organización de las Naciones Unidas, López Obrador dijo textual: “Había un avión presidencial, existe todavía, pero está en venta, ya lo rifamos y todavía lo vamos a vender”. Este tema se ha convertido en una obsesión en el presidente; parece  que el éxito de su gobierno está demencialmente centrado en  poder vender el mentado avión. Se corre el riesgo de que a finales de 2024 aquel monstruo, convertido ya en fantasma, siga parado en el hangar.

Las mañaneras sirven como combustible para encender los ánimos de los campistas de FRENAAA, ese bodrio opositor que trata de conocer el fascinante mundo de la protesta social. Se ven muy nuevos en esos oficios y es una lástima; tuvieron 12 años para dominar las artes de la movilización, pero estaban muy cómodos, y las desaparecidas, los muertos de la guerra, los feminicidios, los 43, los fraudes electorales y otras calamidades de nuestra historia reciente, no fueron motivo suficiente para que tocaran el claxon. FRENAAA necesita un tutorial urgente para llevar a cabo la resistencia civil, lo primero que tendrían que entender es que a la calle se va a defender los derechos de todos y no los privilegios personales.

Así septiembre, que nos lleva a la recta final del año. El otoño traerá consigo la temporada de influenza, y con ello, nos veremos obligados, para evitar psicosis hipocondriacas, a mantener el distanciamiento social.

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