jueves, abril 18

Los rituales de alguien

Alguien me preguntó qué había sentido al ver la tumba de Juan Pablo II.

—No vi la tumba de Juan Pablo II —contesté.

—¿Fuiste al Vaticano y no viste la tumba del Papa? —volvió a preguntar Alguien.

—No, entré a la basílica de San Pedro y tomé unas fotos, pero nunca vi la tumba de Juan Pablo —contesté nuevamente.

—De lo que te has perdido, estando ahí sientes una energía muy especial que te llena de paz —me dijo Alguien

—Pues no sé, pero fui  al Camp Nou a ver el Barcelona versus París, y escuchar el himno de la Champions, con las escuadras formadas y el estadio lleno, me puso la piel chinita; te confieso que hasta sentí un nudo en la garganta, me imagino que debe ser muy semejante a lo que sentiste al ver la tumba de Juan Pablo II —le dije a Alguien.

 

Otro Alguien se reúne con sus amigos todos los jueves. Se “guatsapean” para fijar el lugar. Alguien es siempre el primero en llegar. Después del trabajo va a su casa, se baña, se arregla, se perfuma; chifla y tararea canciones mientras se pone guapo para salir. Siempre llega antes que todos y pide un Jack Daniels. Al ver a sus amigos, se levanta y los abraza como si no los hubiera visto en años, comienza su monólogo, Alguien habla mucho, opina de todo. Desde que iban en la universidad le apodan “El perro”, nadie recuerda el origen del apodo, quizá sea por ser buen amigo. El jueves es el día de Alguien: habla y ríe sin parar toda la noche, cena y bebe con ganas; al terminar la reunión, cuando todos tienen sueño, el propone seguirla, siempre hay uno que lo acompaña… Así  todos los jueves.

Alguien juega futbol todos los domingos. Tiene años haciéndolo. Juega en la media para el equipo de la empresa donde trabaja, están inscritos en la liga obrera. Alguien es un “10”; en verdad se mimetiza en Diego Armando Maradona. Si lo vieran jugar pensarían que a sus 40 años, su metro con setenta y sus noventa kilos,  es una bazofia sobre el campo; pero no, va y viene, ordena al equipo, dialoga con el árbitro y desde adentro, hace los cambios.  Varias empresas le han ofrecido trabajo con tal de tenerlo en el equipo. La empresa donde labora lo consiente, es un trabajador cumplido y un crack en el terreno de juego. Cada domingo que hay partido, Alguien es el primero en llegar a jugar, llega bañado, peinado y con lentes oscuros. Trae una mariconera Adidas donde guarda  sus zapatos boleados, su short, playera, calcetas, vendas y espinilleras. Pone toda la indumentaria en el piso y lentamente comienza a vendarse los tobillos,  se viste muy concentrado en el momento; cuando está listo, se pone a calentar. Mientras todos van llegando, él va ordenando las credenciales en el piso para acomodar al cuadro titular, comenta con otros y les pide su opinión del armado del equipo. Antes de empezar el juego, habla con todos y menciona la alineación, al ir escuchando los nombres van aplaudiendo. El árbitro silba anunciando que el partido está por comenzar. Antes de que se dé el silbatazo inicial, Alguien se hinca en el piso y eleva una plegaria a dios con los brazos extendidos y los ojos cerrados, así como lo hace el Chicharito cuando rara vez inicia un partido… Así todos los domingos.

Alguien toma café todas las mañanas. Es jubilado de Ferrocarriles Nacionales. Tiene una buena pensión, sus hijos están casados y su único trabajo es disfrutar por las tardes al nieto presente. Su vida se centra en hablar con el vecindario. Desde temprano que sale de casa, platica con todos, con el que le vende el periódico y con los comerciantes de la zona, va por la banqueta saludando gente; al llegar a la cafetería  donde se reúne con sus contemporáneos, entra diciendo buenos días… —Buenos días, Alguien —le contestan. En lo que se quita el saco o el abrigo, le sirven un expreso cortado. Desde que comenzó a frecuentar ese lugar se sienta en el mismo lugar en la barra, abre La Jornada y comienza a leer los encabezados en voz alta. Comienza el análisis político frente al humeante café, no puede faltar el análisis deportivo del día y el pronóstico de los próximos juegos de futbol; en verdad que no haría falta escuchar noticias si pudiéramos oír a esos abuelos todos los días, hasta de manera más objetiva explican el acontecer mundial. Alguien se toma tres cafés por la mañana, cuando se acerca el medio día, a veces sale una partida de Ajedrez. A las dos de la tarde regresa a comer a casa… Así todos los días.

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